Estoy sospechando que la mía es
que los hombres no saben elegir su calzado.
Si, si. Acabo de descartar a un
hombre perfectamente “casable” porque no me gustaban sus zapatos. O la combinación
de sus zapatos con el pantalón. O el cinturón, o la camisa, o la chaqueta…
Tampoco me gustaban sus chistes,
ni su manera de divertirse, ni compartía su forma de ver la vida, ni su
concepción del fútbol, etc., etc.
Pero vamos, que decidí que no me
gustaba cuando se bajó del coche y le vi los zapatos.
¡Estoy loca de atar, pero qué graciosa soy!
Supongo que esa es una razón tan buena como que no te guste su conversación... Lo problemático sería que, aún gustándote él, sus zapatos (cambiables) primaran sobre su talante. Yo siempre pensé que nunca saldría con un fumador al que le gustara Estopa y...
ResponderEliminarUn besazo!
Difícil remontar un arranque así. Está cocido de antes, no es culpa de nadie.
ResponderEliminarAsí es anónimo caminante... La vida nos trae sorpresas.
ResponderEliminarMarcelo, coincido en que remontar un mal par de zapatos es casi, casi una misión para la Hormiga Atómica o el Chapulín Colorado!